Un seguro de vida al que vas a querer mucho

Un seguro de vida al que vas a querer mucho, porque es tu mascota quien va a detectar si tienes una subida de azúcar y si te salvará la vida llegado el caso. Y no es el primer caso, valga la redundancia, que nos encontramos con animales que salvan vidas o que te hacen la vida más fácil, por ejemplo utilizar estas terapias para los niños que padecen de autismo.
Son los mejores amigos y, en ocasiones, se convierten en un seguro de vida. Así lo sienten las personas que viven, los 365 días del año, acompañadas de los perros de alerta médica. Estos canes son entrenados para detectar subidas o bajadas de azúcar de aquellas personas que sufren diabetes. Una joven zaragozana nos cuenta su historia y acompañamos a un estudiante universitario para ver cómo actúa su compañero canino cuando olfatea la hormona que indica que puede sufrir una crisis.

Los perros no solo hacen compañía, también salvan vidas. La de Lidia Nicuesa fue rescatada por Cini, un Jack Russell Terrier que se ha convertido en un seguro para esta joven zaragozana. Desde hace cinco años vive con ella y su día a día ha cambiado de manera radical. Hace 17 años le detectaron diabetes del tipo 1. Su páncreas dejó de producir de una forma natural tras sufrir escarlatina. A partir de ese momento, su vida modificó su rumbo y tuvo que acostumbrarse a bombas de insulina, mediciones continuas y a no perder de vista el nivel de glucosa de su cuerpo: «Necesitaba algo de autonomía con la seguridad de que voy a estar bien»

Con esa necesidad de independencia, llegó Cini. Su mascota le acompaña las 24 horas del día y fue su sombra en la facultad cuando estudió Magisterio con la especialidad de Audición y Lenguaje. Era habitual verla en las clases, donde se tumbaba en el suelo junto a Lidia convirtiéndose en uno más del aula. Gracias a Cini, las situaciones, hasta las más incontrolables, las mantiene a raya. «Cada vez son menos esos momento de estrés», reconoce Lidia. Con su inseparable compañera, las noches son más livianas para ella y su familia porque las subidas o bajadas de azúcar pueden ocurrir cuando duerme y en ese caso, es muy peligroso: «Desde que Cini llegó a mi vida, mis padres comenzaron a sentirse más tranquilos al no tener que despertarse cada noche para ver si estoy bien».

Y es que hasta cuando la ciudad duerme, Cini se mantiene en alerta. Con unos 20 minutos de antelación, esta Jack Russell Terrier comienza a ladrar con fuerza sin quitar la mirada de su dueña. Así es como detecta y avisa que la hormona de la diabetes, el Isopreno, merodea en el ambiente. Tras este gesto, Lidia comprueba su nivel y confirma, que el aviso de Cini es fiable. Unos ladridos que le dan un margen de reacción para tomar las medidas oportunas: ya sea regular su bomba de insulina o comer para evitar mareos o confusión.

Se calcula de que este animal dispone de centenares de receptores olfativos que le ayudan a detectar problemas de salud, como la hipoglucemia e hiperglucemia, que puede llegar a ser muy grave si no se tiene controlada afectando a órganos vitales. «Es fundamental el apoyo de estos perros cuando se trata de bebés, niños pequeños y mujeres embarazadas», explica Lidia, que además de usuaria de esta ayuda, es asesora de diabetes de Fundación Canem. Una asociación que prepara perros de alerta médica para personas con diabetes y epilepsia.

 

Así se adiestra a los perros

Lidia fue la primera usuaria de Aragón en disponer de un perro de alerta médica. Con toda su experiencia decidió formar parte, de manera activa, en Canem ayudando a más de 80 familias a mejorar su día a día».

La Fundación trabaja para facilitar el acceso a los perros de asistencia a todas las familias que quieran contar con la presencia de ellos en sus vidasy hacer así visibiles socialmente la diabetes y la epilepsia. Una labor que Lidia desarrolla junto al responsable del centro, Paco Martín, que fue quien adiestró a Cini tras dos décadas trabajando en este sector. Con larga trayectoria en el adiestramiento -más de 780 adiestramientos particulares y más de 210 proyectos de terapia asistida con animales- los dos profesionales forman un excelente tándem para educar y preparar a estos perros.

«La raza Jack Russell Terrier es perfecta porque es muy longeva, más que un pastor alemán o un labrador, con unos 14 años de vida últil», subraya Martín. Además, es de reducidas dimensiones por lo que puede meterse en un bolso y llevarlos a los pies en el viaje en avión o tren. Una facilidad de transporte que se une a una manutención más económica: «Lo que come un labrador en un mes, a un Jack Rusell le dura seis meses».

El entrenamiento dura unos cuatro meses. Durante ese tiempo siempre se les entrena «en positivo. Nunca se les castiga». Y con unas muestras de los usuarios, comienza el trabajo diario en el que aprende a señalizar, mediante el ladrido, cuando se altera la hormona de la diabetes: «Tenemos una serie de estancias donde simulamos una casa para que el perro detecte si el usuario está tumbado o sentado. Así se va habituando a los entornos cotidianos».

Cuando el animal finaliza su entrenamiento, la familia también debe aprender a vivir con el perro de alerta médica. Es la última fase del proyecto, la entrega de los cachorros a los familiares. Canem les ofrece formación y asesoramiento, incluso a través de videoconferencia porque los canes de la Fundación llegan a cualquier punto de la geografía española, aunque Zazagoza sea su sede central.

Fuente:www.madridiario.es

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